Evaluación

Desde hace décadas, los estudiantes se han obsesionado con la calificación. Esto hace que su principal preocupación sea aprobar, olvidando que el principal objetivo de la educación es aprender. Los exámenes conllevan gran cantidad de consecuencias, como las desigualdades o la rivalidad entre compañeros. Efectivamente, estos suelen competir por la mejor nota.

Todo esto se debe a que la sociedad ha hecho que los alumnos pierdan el interés por aprender; sólo se interesan por algo si eso puntúa. El hecho de hacer todo el tiempo exámenes y valorarlos ha presionado de tal forma a los alumnos que consideran que lo único que importa es el aprobado.

El principal objetivo de los centros a día de hoy son los resultados y no el saber, cuando esto tendría que ser al contrario. El hecho de estudiar para aprobar no es sinónimo de estudiar para aprender. Normalmente, una vez que se ha hecho el examen, los estudiantes se permiten el lujo de olvidar todo lo que han estudiado, ya que no lo han hecho con el fin aprenderlo.

Por otra parte, no hay que confundir evaluar con calificar, ya que son dos términos complementarios pero diferentes. De esta forma, calificar consiste en comparar los resultados de la evaluación con los objetivos establecidos a través de un número. Evaluar, por su parte, consiste en obtener información para poder establecer un juicio y proceder a la toma de decisiones. De esta forma se describe lo conseguido y cómo se ha conseguido, teniendo resultados positivos como el interés y la motivación del alumno por aprender. Cabe destacar que en la mayoría de países avanzados se han eliminado las calificaciones en la educación secundaria, ya que la consideran innecesaria.

Para terminar, deberíamos dejar de lado estas técnicas que solo se centran en el resultado para centrarnos en la evaluación. Efectivamente, esta técnica se centra en el proceso de aprendizaje y permite ver cómo va avanzando el alumno. Es por eso que la evaluación debe de ser continua y es preferible utilizar diferentes instrumentos según lo que se va a evaluar. Por ejemplo, las rúbricas y los portfolios son de gran ayuda. Estos instrumentos deben sustituir a los exámenes ya que, a diferencia de ellos, estimulan a los alumnos, haciendo que se interesen por las asignaturas y por aprender, aumentando su motivación. Además, es aconsejable que el alumno participe en la evaluación (autoevaluación o coevaluación) y que esta se haga de forma que los conocimientos perduren en el tiempo (y que no se olviden una vez hecha la prueba).

© 2019 El Blog de Mª Jesús, Diego, Cristina, Andrea y Houda.
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